Una tradición horneada por 4 generaciones
El 3 de mayo de 1922 en la carrera 17 no. 37-60 se empezó a cocinar una de las mejores empresas de Santander....
En un horno de ladrillo Pablo antonio trillos metió una mezcla de harina, huevos, levadura y otros ingredientes, que al final salieron a deleitar el paladar de los bumangueses de la época. Era la primera panadería constituida como empresa, que dejaba de hacer pan artesanal para hacer un producto que se distribuyera en las tiendas de la ciudad. don Pablo era un hombre emprendedor que además de su gusto por la fabricación de este producto, había sido el gestor del acueducto de bucaramanga.Su idea de hacer pan fue calando en el gusto de los consumidores a tal punto que tres años más tarde decidió tecnificar la empresa con la importación de 5 hornos alemanes que le permitieron regar su sabor por diferentes puntos de la capital santandereana. El nombre de la panadería trillos se fue metiendo en la boca, mente y corazón de los santandereanos al punto que hoy se ha convertido en un icono, tal como los es la Kola Hipinto o las hormigas culonas.
¿El tiempo pasa?
ochenta y siete años después aquel horno gigante de ladrillo donde se cocinó el primer mojicón y la primera mestiza, sigue funcionando a todo vapor. Rodeado de la más avanzada tecnología la vieja estructura sigue ahí en la carrera 17 con calle 37 esperando que sean las nueve de la noche para que se empiece a hornear el mejor de los manjares.
Está don Pablo Antonio, sino don Antonio Cobos Trillos, su nieto, y Eduardo Cobos, su bisnieto, quienes han ido heredando una tradición familiar orgullo de los santandereanos. Don Antonio lleva más de 40 años al frente de la empresa que le dejó su madre, doña Soledad Trillos...
“Al comienzo se hacía el mojicón, la mestiza y la torta; luego vino el especial y la cascarita”, recuerda desde su escritorio don Antonio, quien hoy cuenta en las vitrinas una gran variedad de productos entre tradicionales y nuevos. En los años 60 la panadería Trillos quiso extender su servicio a otras ciudades como Bogotá, donde se compró una casa y se hizo el montaje de la fábrica. Sin embargo, el ruido de las máquinas causó malestar en la comunidad del barrio, lo que obligó al cierre de la fábrica. Un laboratorio con científicos del sabor.
Normalmente de tres productos nuevos que se sacan, dos regresan y uno se queda pegado en el mercado”, agrega. Esos científicos son ni más ni menos los propios dueños, quienes a su gusto han ido desarrollando nuevas fórmulas que les ha permitido abrir nuevos mercados.
En ese crecimiento la empresa brinda trabajo a 110 personas, y llega con 54 mil unidades de pan diarias a 3 mil tiendas del área metropolitana, distribuidas en 14 camiones. Y aunque el intento de expandirse a otras ciudades se vio truncado hace casi cuarenta años, eso no significa que el pan Trillos no trascienda las fronteras. “Aquí ha venido gente que se ha llevado pan hasta Nueva York”, recuerda don Antonio, quien atribuye la fidelidad de sus clientes a la calidad del producto que se hace.
Incluso tiene la anécdota de una señora que un día no encontró pan Trillos para darle al pájaro que tenía en casa y debió utilizar otra marca, la cual fue rechazada por el pequeño animal. Nuevas tendencias Con la llegada de Eduardo Cobos a la empresa empezó también el desarrollo de nuevos planes.
La mestiza común, la más vendida en la historia de la panadería, está dando paso a otras exquisiteces como la pizza que hace dos años se produce, a los jugos, y próximamente a las hamburguesas. “Tenemos en proyecto la línea de Trillos Salud en la que habrá pan integral y dietético y esperamos más adelante tener restaurante”, señala Eduardo.
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pot.comalextrillossoluciones.blogspot.com
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